Uno de los retos que se plantean en estos momentos en el sistema educativo es la creación de
procesos de aula donde impere la buena convivencia y el orden. Todo aprendizaje y socialización exige
de unos formatos de respeto y confianza entre los distintos miembros de la comunidad educativa.
Sin
embargo, en las últimas décadas ha aumentado el sentir por parte del profesorado, y de la sociedad en
general sobre la falta de motivación por aprender, y sobre todo de la proliferación de contextos de aula
donde no existe un buen china, e imperan las conductas indebidas y la falta de disciplina de alumnos
con el amparo y seguimiento del conjunto del alumnado.
Esta dificultad y tensión que los profesores mayoritariamente manifiestan que se sufre en los procesos
de enseñanza-aprendizaje se atribuyen generalmente a la indisciplina de una serie de alumnos,
denominados disruptivos, que impiden la marcha normalizada en el aula con sus comportamientos y
actitudes, además de crearse un campo abonado para la falta de respeto a la autoridad del profesor y
las normas establecidas.
Por otro lado también se aprecia una falta de motivación en el alumnado
hacia los contenidos escolares y de apoyo por parte de la sociedad en su conjunto hacia la acción
educativa del profesor. Es cierto también, que determinadas formulas didácticas son más propicias a la
aparición de este tipo de comportamientos, y así mismo lo es que en este momento ya contamos con
propuestas de actuación educativa directamente dirigidas a la respuesta de este problema.